Tanzan y Ekido viajaban juntos una vez por un camino lodoso. Todavía caía una pesada lluvia. Al llegar a una curva encontraron a una linda muchacha con un kimono de seda, que no podía cruzar el camino.
"Vamos chica", dijo Tanzan al punto. Y levantándola en sus brazos, la llevó al otro lado del lodazal.
Ekido no dijo ni una sola palabra hasta por la noche, cuando llegaron a un templo donde podían albergarse. Entonces no pudo contenerse más. "Nosotros los monjes no debemos acercarnos a las mujeres", le dijo a Tanzan. "Especialmente si son jóvenes y hermosas. Es peligroso. ¿Por qué lo hiciste?"
"Yo dejé a la chica allá". Dijo Tanzan. "¿Tú como que todavía sigues cargando con ella?"
En Nada sagrado. Textos Zen, Oscar Todtmann Editores.
Fuente: Bailando hacia la luz
Imagen: Shurya
No hay comentarios:
Publicar un comentario